martes, 22 de abril de 2014

El camino


¿Por qué me sienta tan bien? Es un cúmulo de circunstancias, como casi todo en la vida.
Por una parte, el hecho de cambiar una rutina pegado a la pantalla por otra dando pedales con una de las 3 ó 4 personas que más quiero en este pedazo de tierra, ayuda.

Pero es que hay más. Estar en ruta aporta experiencias, conocimientos, sensaciones que difícilmente se viven sentado en casa. No confundirse, me gusta lo que hago (en mayor o menor medida) pero cuando rompes el día a día, lo cambias por un plan que no tiene NADA que ver con ese, el resultado es gratificante.
Esta vez ha sido cortito y con algún problema mecánico, nos hemos dejado por ver un par de pasos que queríamos pero aún así. No importa porque el camino y los planes que conllevan están para cambiarse. Es parte de la gracia.


Encima la última noche juntos nos acogió una familia francesa cuyos padres habían hecho una "rutina" en bici con sus críos de 5 y 3 años durante…¡4 meses! 6000 km. Nos enseñaron el vídeo recopilatorio del viaje  y nos advirtieron de sólo ver un rato porque era largo (hora y media). No vengo a engañar a nadie, pensé que no lo veríamos entero. Error. No tanto por el vídeo en sí mismo sino porque nos permitió hablar de muchas cosas que suponen estar en ruta, vivir la vida nómada, aunque sea por un tiempo limitado. Creo que por eso nos fascina (a mí por lo menos) el nomadismo. Porque nos asusta y fascina a partes iguales.




Tras cuatro días de pedales, el bro y yo nos separamos y él sigue con su plan, con su camino. Estoy jodidamente feliz de ver que ese camino toma una forma, una dirección hacia algo que nos gusta a todos (sobre todo a él, que es el que importa, por aquello de que es su vida y tal).

En fin. Ya de vuelta, pensaremos en la siguiente y, por supuesto, en disfrutar el otro camino que hay entre ellas.