viernes, 9 de abril de 2010

En abril, aventuras mil

Ya estamos de regreso.

Bueno, estrictamente llevo aquí desde el miércoles por la noche, pero si os cuento todo lo que he estado haciendo estos dos días...Por de pronto, tres coladas. Tooooda la ropa manchada (el olor a chotuno aún perdura) de nieve, barro y demás fragmentos terrestres. Luego, un poco de orden en la casa, incluyendo la compra de algo de alimento, más tareas del hogar, un poco de vagueo...Vamos, que se van las horas que no veas.

Pero lo prometido es deuda. Sin embargo, cuando nos fuimos el viernes pasado nunca pensé que me resultaría TAN difícil resumir un poquito el viaje-aventura. Y me temo que aquí, en el blog, va a ser imposible. Los que me conocéis, no dudéis en pedir audiencia para una narración al más puro estilo cuentacuentos, pero por aquí no me va a salir hacer esa crónica. Sí quiero decir que este no ha sido un viaje cualquiera, porque un viaje cualquiera no te deja con la sensación de que algo ha cambiado en tu vida y, real o no, yo tengo esa sensación ahora mismo.

Y es que nos ha ocurrido mucho y muy intenso. Hemos aprendido (viaje vital, lo llamaba Diego) que las cosas casi nunca salen como se tiene planeado, si bien estos cambios a veces pueden ser muchísimo más enriquecedores que el plan original. Hemos aprendido que hay que sacar el máximo jugo a todo lo que te venga, da igual el envoltorio. Hemos aprendido (o recordado) que las apariencias engañan, tantas veces o más de las que dicen la verdad. Hemos sufrido, hemos reído, hemos comido, hemos conocido gentes y paisajes impresionantes (repito, IMPRESIONANTES, el Alto Tajo es un auténtico paraíso,  más si lo ves en la más absoluta de las soledades...)

El río de la vida sí señor...Gracias bro, gracias por forzarme un poquito a iniciar este pequeño periplo que tanto nos ha aportado y unido (si cabe). Y gracias por ese poder de decisión que nos sacó las lentejas del fuego...

Saben ustedes ese dicho de "si lloras por no ver el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas"? Pues nosotros las vimos (y fugaces, además) sobre el paraje nevado, en un silencio sólo propio del campo más alejado de la civilización y, aunque con frío, la experiencia fue inolvidable.

Como primer viaje ciclo-turista, hemos tenido un cursillo de aprendizaje intensivo en cinco días que han dado para muchísimo más de 120 horas...Podría quedarme con muchas fotos, pero esta me encanta. Representa cansancio, tesón, autoconfianza y, si se me permite, bastante felicidad.

¿Para cuándo el próximo?



De regalo, un temita del grupo con el que comencé el viaje en el cercanías de Gandía a Valencia (así como un homenaje a nuestro particular "Triángulo de las Bermudas"): Le Triangle de Rinôçérôse


1 comentario:

Dieguez dijo...

La vida es un viaje y cualquier otra manera de vivirla que no sea en movimiento es traicionar su naturaleza.

Esta cita no es de ningún escritor ni pensador, sólo acaba de ocurrirseme al pensar en lo que estos dias ha supuesto. De hecho aún paso más rato en qeullos recuerdos que en mi presente inmediato.

Yo lo intuia pero ahora SE que no hay una manera mejor de conocer el "sentido de la vida" que recordando una de nuestras principales caracteristicas como especie: el movimiento y la adaptación. Y ahora sabemos lo que eso significa.

Y si todo camino mejora con un compañero de zurrón, yo tengo muy claro con quiero compartirlo.

El mundo nos espera Bro!!!.